Wednesday, July 8, 2015

La inflación no existe,Venezuela


La inflación no existe, por William Serafino para Misión Verdad de Venezuela,18-6-15

Si algo ha demostrado la guerra económica en su bullicioso caminar es que conceptos tales como "inflación" y "control cambiario" (los mayormente mencionados por la contra), analizados desde una perspectiva autónoma, parcialmente aislada y sin interacción con el hecho político, no nos dicen absolutamente nada. Pero más allá de los repetitivos análisis, ¿qué aspectos son necesarios abordar, políticamente, sobre la situación económica de Venezuela?

La trampa ideológica de la "inflación"

El profuso silencio que encarna este concepto deja ver sus costuras ideológicas cuando comparamos la situación económica de Venezuela con otros países del continente.

Por ejemplo, naciones como Colombia, México y Perú, envilecidas y saqueadas por el neoliberalismo, exhiben inflaciones que cuando mucho superan el 3%, un crecimiento económico "boyante", amplias libertades cambiarias que "estimulan" el aparato productivo y, en consecuencia, los anaqueles a punto de estallar de productos importados al igual que los vagones que pasan por Plaza Venezuela a las cinco de la tarde.

Pero más allá de la trampa ideológica que encarna tan manoseado concepto, las poblaciones de estos países en términos reales (sobre)viven en medio de una exorbitante miseria económica (más de 40% de pobreza en dichos países), profundizada por la lógica de acumulación homicida de las transnacionales estadounidenses y europeas, que aun manteniendo los "precios estables" depredan cualquier política favorable (subsidios directos o indirectos) para que la inmensa mayoría pueda acceder a los consumos mínimos de subsistencia.

Los índices económicos son reflejo de una realidad política concreta. Por ende, la estabilidad de inflación depende, única y exclusivamente, de la (buena) relación entre el capital transnacional, sus cabezas de playa ("empresarios nacionales") y los patiquines que asumen la jefatura del Estado.

En Colombia, México y Perú estas relaciones son tan estables como el matrimonio entre Javier Vidal y Julie Restifo.

Los Estados colombiano, mexicano y peruano otorgan las más exquisitas facilidades (fiscales, tributarias y cambiarias) para que el saqueo económico de las transnacionales pueda llevarse a cabo, impiden por vías legales que la población pueda comer tres veces al día, fomentan las privatizaciones de la salud y la educación, y como fraterna retribución, los aparatos de propaganda proyectan la imagen de cada uno es un país exitoso con extremas facilidades para cometer brutales crímenes en lo económico.

La Revolución Bolivariana, en cambio, destruyó el matrimonio neoliberal que estaba por cruzar su primer centenario bajo el cuido celestial del FMI. El Comandante Chávez, promoviendo esta necesaria infidelidad política, implementó el control cambiario para evitar la demencial fuga de capitales, erigiendo poderosos mecanismos paralelos para la distribución de alimentos y medicinas (Mercal, Pdval, Abastos Bicentenarios, Barrio Adentro, etc.). Un gancho directo al hígado del parasitaje económico.

    La Revolución Bolivariana destruyó el matrimonio neoliberal bajo el cuido celestial del FMI.

Los dolientes

Pero recurrir a la historia económica venezolana siempre es necesario, y más en el actual contexto de guerra económica.

Venezuela es un país dependiente, nos guste o no. Y en el marco de ese contexto los parásitos mafiosos de alta alcurnia hacen gigantescos negocios con fábricas, infraestructuras y paquetes tecnológicos extranjeros.

Todos y cada uno de los desbarajustes que han generado nuestra condición de mina, tales como el impacto de la manipulación energética orquestada por los gringos que ha mermado los ingresos del país, la fuga de capitales, el contrabando de extracción, el macroacaparamiento y la especulación desbordada porque les da la gana, no es responsabilidad de Chávez, de Maduro o de Diosdado, personajes que han batallado contra una espiritualidad económica (profundamente ambiciosa y usurera) con 100 años de desarrollo ininterrumpido en nuestro país.

Cuando la Revolución Bolivariana comenzó a tocar las fibras del aparataje económico, sobre todo las relacionadas con las necesidades básicas (alimentación y medicinas), era lógico que el indicador llamado "inflación" (y, por elevación, el "control cambiario") fueran radicalmente alterados y atacados con violencia por sus principales dolientes, autonombrados empresarios, colocando (interesadamente) como principal responsable al Gobierno Bolivariano.

Los indicadores expresan un hecho político concreto. Analizarlos como estructuras separadas e imparciales es un gravísimo error de análisis.

La "inflación" en Venezuela no responde a la realidad económica de la población, que más allá de las incomodidades que significa mamarse una cola o comprarle al bachaquero, no le ha faltado ni alimentos ni medicinas.

Pero aún con esa monumental realidad que nos raya la pupila, los analistas económicos de la oposición toman como referencia el especulativo precio de cualquier producto suntuario (zapatos Nike, por ejemplo), a cuánto quiso poner el dólar Orlando Urdaneta, cuánto cuesta el yogurt importado en el Excelsior Gama y el "indignante" precio de las toallitas post-parto, para instalarnos en el cerebro la percepción de que Venezuela está entrando en un escenario hiperinflacionario, con el apoyo expedito de los cálculos mafiosos que realizara el FMI donde Venezuela ostenta una proyección inflacionaria del 96,8% para el año 2015.

Esta jugada económica representa un ataque político parasitario que no guarda relación con "leyes objetivas" de la economía o con alguna fuerza superior ("el mercado"). Es el robo estructural que han venido realizando desde hace décadas los grandes carteles económicos ("nacionales" e internacionales) que los obliga, a través de sus sabihondos economistas, a marcar expectativas usureras con arreglo a referencias inusitadas e irreales (Dolar Today), exhibiendo sin pelos en la lengua el porcentaje que le cobrarían a usted si el control cambiario desaparece y todas las políticas de subsidios dirigidos a la amplia mayoría de la población se van por el barranco.

Si equis producto (carne, pollo, ropa, calzado, etc.) aumenta de precio, no es porque el "control cambiario" (y los subsidios) presionen "objetivamente" el aumento acelerado de la inflación. Es el parasitaje importador y comercial remarcando los precios porque les da la gana, pues ellos se abrogan el derecho de ganarle el 1000% a cualquier producto, aprovechando su condición de usureros para conspirar políticamente contra la Revolución Bolivariana. Pero la claridad política del chavismo y la inmensa capacidad de respuesta del Gobierno Bolivariano es tal, que incluso ante este virulento ataque hemos respondido con fuerza.

La "inflación" no existe como nos fue dibujado desde la academia y los medios de comunicación. Sirve simplemente para exhibir qué porcentaje y en cuál contexto político se perpetra el robo hacia la población. Porque en Colombia, México y Perú la "inflación" está controlada por el Estado y los empresarios para que el saqueo transnacional se haga con estilo y sin mucha bulla. Mientras que en Venezuela, como se han tomado medidas políticas para frenar parcialmente la vorágine neoliberal, es prioridad enloquecer éste y cualquier otro indicador con el fin de generar una atmósfera de "colapso" económico que legitime a futuro las especulativas tasas de la venganza.

La "inflación" es simple y llanamente, en medio de la guerra económica, la expresión estadística de la ambición parasitaria con fines políticos.

    La "inflación" es la expresión estadística de la ambición parasitaria con fines políticos.

Nuestros analistas en el área económica

Pero incluso nuestros analistas suelen pisar el peine asumiendo que la "inflación" es un problema de tipo económico (exclusivamente), por lo cual el Gobierno Bolivariano debe coadyuvar esfuerzos con el objetivo de generar políticas económicas eficientes para recuperar la "producción nacional".

¿Pero cuál es la propuesta de fondo luego de los comentarios?

Existe una especie de cantaleta, de mandatos casi religiosos, que supuestamente auguran la entrada de Venezuela a una especie de resplandor económico si se cumplen los siguientes parámetros con eficiencia.

El primero (y el más importante) está relacionado con financiar al "empresariado nacional" y la "pequeña y mediana industria" que verdaderamente desea trabajar por el país. Sin embargo, la guerra económica y las condiciones históricas de nuestro país han demostrado que es imposible promover una industrialización independiente, dirigida por "empresarios" ladillados de tener elevadísimas tasas de ganancia, conscientes de que deben invertir a largo plazo para generarle divisas al país y no defraudar el fisco para enriquecerse fácilmente.

Ese "empresario", esa "industria mediana y pequeña", no existe en Venezuela ni existirá, porque la cultura económica capitalista, diseñada para acumular a partir del robo y la explotación, es demoledoramente superior a cualquier apetencia ingenua de país estadísticamente exitoso.

Pero supongamos que es posible industrializar a Venezuela en miras de autoabastecer hasta la más mínima demanda de consumo capitalista del venezolano.

Tendríamos un país lleno de fábricas de todo tipo, eficientes contaminando ríos, degollando montañas y cerros enteros, intoxicando tierras cultivables, enfermando y expoliando la salud de la población y generando las mismas estructuras de corrupción, explotación y acumulación que tanto criticamos.

    La industrialización no puede ser socialista porque forma parte del proyecto histórico y cultural del capitalismo

Nos quejamos de que importamos (directa o indirectamente) mayonesa, salsa de tomate, azúcar, jugos, refresco, harina, champú, desodorante y cualquier otro veneno alimentario o cosmético. Pero la propuesta de siempre es estimular que ese veneno se produzca aquí, a lo endógeno, con principios de nacionalismo económico, sin entender que la máquina de producir enfermedades y muertes (el capitalismo) seguiría funcionando igual, sólo que en territorio nacional. ¿Y para qué? ¿Para reducir la inflación y aumentar el PIB a costa de miles de personas diabéticas y con cáncer, jodidas hasta la médula por trabajar en una fábrica? ¿Para asumirnos como un país exitoso a costa de miles y miles de hectáreas rociadas con veneno y cientos de ríos contaminados? ¿Para tener los anaqueles full de productos envasados mientras la industria consume nuestra vida e inunda nuestro cerebro de aspiraciones infinitas?

Los datos históricos están allí para revisarlos constantemente. El Che, luego de firmar importantes tratados comerciales e industriales con China y la URSS para industrializar a Cuba, se estaba quejando, al año siguiente, por la formación de una poderosa burocracia, es decir, un nuevo sujeto de acumulación capitalista.

La industrialización no puede ser socialista porque forma parte del proyecto histórico y cultural del capitalismo, su diseño cumple una función reproductiva enraizada con la corrupción y el robo.

Que en Venezuela no exista algo parecido a un empresario, ni una industria nacional, ni tampoco indicadores económicos estables, no podemos verlo como un mal histórico que nos convoque al anhelo de aquello que no fue y puede ser. Es, más bien, una grandísima oportunidad para cuestionar al capitalismo, sus homicidas formas de producción y acumulación, asumiendo la tarea colectiva de pensar un nuevo marco en el cual nos relacionemos económicamente sin la mediatización del veneno fabril y sus fantasías de "producirse nacionalmente".

Sunday, July 5, 2015

Sacudón cerebral o el tiempo de las preguntas,capitalismo,crisis,Venezuela



El sacudón cerebral o el tiempo de las preguntas
por Gustavo Borges Revilla para Misión Verdad en Venezuela, 10 de junio 2015

Los síntomas de cada conflicto hoy en el planeta describen en su conjunto una sola enfermedad: el capitalismo como sistema cultural, como modo de producción, como lógica abarcante de todo lo conocido, se encuentra en un momento crucial y de contradicción profunda. Es un complejo sistema de producción esencialmente cultural que ya ocupó todos los lugares de este planeta, ya colonizó todos los cerebros, ya explotó todos los recursos, ya acumuló todo el capital posible, ¿qué viene ahora? 

La enfermedad

Los absurdos niveles de consumo de los países autodenominados "desarrollados" son insostenibles. Se calcula que sólo Estados Unidos, en términos de consumo de petróleo, alcanzó los 18,5 millones de barriles cada 24 horas en 2012, lo que representó casi el 20% del consumo total de petróleo del mundo por día. Detrás le siguen superpotencias como China, India y Rusia.

Sólo en China, por citar otro ejemplo, la cifra de automóviles en las rutas de ese país aumentó de 16 millones que había en 2000 a cerca de 100 millones en la actualidad. Es una ecuación simple: estamos consumiendo velozmente recursos de carácter finito y no renovable, todo a costa de la explotación moderna de millones y millones de seres humanos.

Y así podríamos seguir enumerando pequeños y grandes rasgos de la demencial lógica de vida autómata y consumista a la que nos empuja el capital y sus poderosas corporaciones de propaganda sin derecho a cuestionamiento. Porque hay que decirlo una y mil veces: esto que somos fue impuesto por años y años de dominio y de guerra, no es verdad que somos naturalmente una especie de consumidores desmedidos. El capitalismo es, en esencia, un diseño político, un modo de producción que encuentra en la naturaleza, y por lo tanto en nosotros, la razón de su dominio.

Todo el siglo XIX sirvió para que en distintos periodos el capitalismo ocupara territorios donde se proponía experimentos contrarios a él. Las dos grandes guerras europeas, llamadas mundiales, permitieron la superación de la crisis de un sistema que parecía amenazado. Luego de la primera guerra, y tras el estallido de la revolución rusa, el comunismo nacía como alternativa en el este de Europa. Pero las condiciones de ese largo periodo histórico condujo a sus líderes a compartir y competir con el capitalismo la misma idea de progreso, de crecimiento y de dominio sobre el otro.

La Unión Soviética desarrolló en poco tiempo grandes industrias metalúrgicas y militares que le permitirían años más tarde, bajo el liderazgo de Stalin, enfrentar y derrotar al régimen fascista de Hitler, que era alentado por un sector de las grandes potencias europeas y empresas poderosas de Estados Unidos.

Millones de vidas le costó a la Unión Soviética la victoria en aquella guerra, que fue consecuencia directa de las contradicciones capitalistas en Europa. Luego de ello, y quedando a la vista mundial Estados Unidos y la Unión Soviética como los dos grandes bloques dominantes, se inició una competencia desmedida por el crecimiento económico, el desarrollo de nuevas industrias y tecnologías y el aumento del consumo en toda la sociedad. Esto produjo una brutal burocracia estatal rusa, el ascenso de nuevos acumuladores locales de capital, y la reproducción de la lógica explotadora, matriz del modo de producción capitalista. Se desintegraba así el sueño comunista de una sociedad justa, colectiva, dirigida por los trabajadores y campesinos explotados. El capitalismo se alzaba entonces como único e incuestionable sistema de vida.

    El capitalismo se alzó como único e incuestionable sistema de vida

Sin otra propuesta civilizatoria a la vista, el capital mundial se movió como quiso, las grandes transnacionales, en su mayoría de Estados Unidos y Europa, establecieron reglas a su antojo sobre países enteros. Dictaron a su medida las leyes de la economía ocupando territorios con tratados de libre comercio, instalando empresas multinacionales y explotando a millones de seres humanos en condiciones de esclavitud moderna, derrocando gobiernos que asomaban oponerse y sustituyéndolos por gobiernos complacientes. Se ensayaron métodos de dominación, nuevos y modernos sistemas de tortura, se diseñaron armas sofisticadas para garantizar el caos donde la resistencia se hacía más fuerte. Todo con el propósito único de acumular capital y ocupar territorio.

Las secuelas de este desastre son evidentes: miles de millones de seres humanos hambrientos y esclavizados por una aberrante minoría dueña de una cantidad impensable de recursos de todo tipo.

Tal minoría es lo que algunos han llamado el 1% global. Las señales de la situación actual y los conflictos armados parecen dar muestras que, dentro de ese 1%, hay grandes confrontaciones por el control de territorio estratégico y rutas de comercio. Superpotencias, grupos y familias que generación tras generación fueron ocupando territorios, controlando gobiernos, fundando megaempresas, ahora parecen tener intenciones de ir contra sí mismos. No parecen ser suficientes las grandes cantidades de capital acumulado y el dominio absoluto sobre todo territorio conocido; al parecer ahora se proponen entre ellos una gran confrontación para el dominio total. Es la génesis del capitalismo: competir hasta ganar, matar hasta dominar.

La competencia entre estas élites por erigirse como dueños absolutos hace de este tiempo una época de definiciones, parece inevitable una nueva confrontación a gran escala. Más allá de las novedosas modalidades de enfrentamiento armado, la guerra es la guerra y ya está sucediendo. Ya la pugna país-país no es la norma, sino la ocupación tercerizada con megaempresas de mercenarios ideologizados y muy bien financiados destrozando todo a su paso e imponiendo el caos controlado como estrategia.

La guerra

Los signos de la guerra se agudizan a una velocidad desesperante. El pronóstico de cada conflicto, por aislado que parezca, tiende a empeorar. En Siria, el Estado Islámico (la franquicia más rentable de la política occidental después de McDonald's) avanza ocupando ya más del 40% del territorio de ese país. Ha tomado a sangre y fuego también ciudades importantes en Irak y Libia. Hay pruebas ya de su incursión en el conflicto en Yemen luchando a favor, por supuesto, de la coalición liderada por Arabia Saudita (ese aliado incondicional de Estados Unidos), donde ya ocurren atentados contra las mezquitas chiítas.

Irán, por su parte, que recientemente ha firmado un acuerdo nuclear con las superpotencias mundiales, da señales de su inevitable involucramiento oficial y directo en este conflicto. Están plenamente conscientes que la derrota en Siria sería el primer paso para la desestabilización abierta en su territorio y los alrededores.

Estados Unidos y sus serviles aliados de Europa, abriendo otro frente, le impusieron a Rusia un conflicto en plena frontera. El golpe de Estado en Ucrania perpetrado por grupos nazifascistas con el diseño logístico y apoyo descarado por este bloque occidental significó un avance claro contra la creciente influencia rusa y china demostrada en los Brics. Casi dos años después de caos y muerte en toda Ucrania, y luego de maniobras diplomáticas que en ciertos momentos apaciguaron la confrontación, hoy todo vuelve a su lugar inevitable: la guerra.

Los nuevos (pero viejos) enemigos necesarios. Es la historia repetida por mil, la guerra es el único fin de un sistema que ya ocupó todos los lugares de este planeta. Las élites sosteniendo su lógica pugnan por perpetuarse, aun a costa de la desaparición de millones de nosotros, su mercancía. La barbarie del humanismo en su más viva expresión.

    La guerra es el único fin de un sistema que ya ocupó todos los lugares de este planeta.

La crisis

La crisis es del sistema. No podemos equivocarnos en el análisis. La crisis no está en un país, la crisis no está en la naturaleza o en la falta de recursos, la crisis no es de valores o de individuos, la crisis no es económica, ni social ni política solamente, la crisis no está en un bloque de aliados frente a otros. La crisis actual es la crisis de lo existente. Y lo existente es el capitalismo.

No existe en el planeta un sistema diferente a éste. La propaganda capitalista nos ha vendido muy hábilmente la existencia de países "socialistas". Son sólo matices de su propio diseño, el capitalismo es un solo sistema con características propias en cada territorio. No existe a la vista una propuesta resolutiva que se salga de la lógica de dominio, control y acumulación de capital entre los grupos dirigentes de las grandes potencias mundiales.

La degradación mediática es cada vez más descarada. Los niveles de inoculación de terror por todos los sistemas de comunicación es masivo. Hoy todos sabemos la hora exacta en la que el Estado Islámico decapita a niños palestinos en Yarmuk, Siria. Nos enteramos casi en tiempo real de la mutilación y el desmembramiento de una mujer en Ciudad Juárez, México. Compartimos en Facebook sin pudor alguno las imágenes del Pravy Sektor quemando vivos a militantes del partido comunista en Odessa, Ucrania. Todo esto sin rastros de asombro.

Años de consumo masivo de basura hollywoodense nos quitaron la capacidad de sentir indignación por la muerte de otros no cercanos en lo inmediato. Nos individualizaron a niveles aterradores.

Con o sin armas nucleares la guerra ya está aquí. La crisis es existencial, porque es la existencia de nosotros, la especie, la que está en juego.

La posiblidad

"El despertar, la explosión social del caracazo, del venezolanazo, de la rebelión popular del 27 de febrero, fue una sorpresa en todo el mundo, se congelaban las luchas mundiales casi todas. Oh cosa extraña, mientras caía la Unión Soviética y el socialismo era desterrado y se levantaban las banderas del capitalismo, del consenso de Washington y todo aquello del neoliberalismo, sorpresa mundial, se alzó el pueblo venezolano, inaugurando la nueva historia, porque eso fue lo que ocurrió aquí, el siglo XXI en el mundo, comenzó en Caracas, comenzó en Venezuela un lunes por la mañana, 27 de febrero".

Estas palabras de Hugo Chávez ubican con exactitud una nueva realidad: a partir de 1989, y desde Venezuela, nace la posibilidad de torcer la lógica y el desastre que pareciera evidente. Lo hemos dicho: 1989 no es un hecho anecdótico, no son solamente comercios saqueados por una horda hambrienta; así nos mostró la maquinaria de propaganda de la élite.

    A partir de 1989, y desde Venezuela, nace la posibilidad de torcer la lógica y el desastre que pareciera evidente

El 89 inaugura en este territorio-mina la posibilidad de vernos como realmente somos. Reconocer nuestra condición de esclavos, de pobres, y a partir de este hecho consciente lanzarnos a la calle a proponer la posibilidad de otra cultura, al hacer político. Desde ese año se hace inevitable mirarnos sin la basura ideológica de siempre, esa que nos usó siempre en función de la acumulación de la riqueza erigiendo en nombre de nosotros banderas de libertad y justicia. La que nos diseñó políticamente como objeto, como una mercancía más, o como culpables del robo y el crimen, esa que siempre habló en nombre de nosotros para justificar sus guerras y nos programó como esclavos para pelearlas, como ocurre hoy con todo el planeta.

Cuando a finales de los años 80 avanzaba sin control el plan de la élite por eliminar definitivamente la estructura del Estado, para ir directo a la explotación de recursos sin intermediarios, se abrieron las rendijas que hicieron posible esta revolución. En los planes de los dueños nosotros los pobres nunca hemos sido sino mercancía, objeto de control, por lo tanto el 89 nunca estuvo en su diseño.

Hugo Chávez como resultado de aquel parto colectivo cambió junto a nosotros para siempre la realidad de Venezuela. La posibilidad de una nueva lógica política contagió rápidamente a toda la región. El desbarajuste de los planes del bloque occidental fue evidente. Más allá de la tentación izquierdosa de la consigna, hay que decirlo: en Venezuela nace la posibilidad de cambiar la historia, de hacerla, de pensarla, de diseñarla, de construirla; no de buscarla en el pasado o en el afuera. Es en el más profundo adentro donde está nuestro punto de partida. Debemos discutir, planificar y diseñar la construcción de una forma distinta de vernos como parte de un territorio, donde nos demos la importancia real que tenemos como habitantes del mismo, es la construcción del afecto por un país territorio, donde ya no seamos más una mina de la que todos extraen riqueza y la abandonan.

Es sacudirse del cerebro toda la basura ideológica, religiosa, que no es más que la falsa percepción de una realidad mundial y que sirve sólo para seguir dominándonos. Es comprender que hoy podemos atrevernos a ser radicales en el pensamiento y audaces en la acción.

Es no negarnos a nosotros mismos la posibilidad de crear conocimiento, no adquirirlo, porque el conocimiento existente es absolutamente capitalista; se trata de construirlo, de crearlo, de experimentarlo, sin miedo a la equivocación, porque sólo se equivoca el que hace. Aun cuando tengamos más interrogantes que respuestas, nuestro punto de partida debe ser la certeza del concepto colectivo como base, pero no el colectivo como organización tradicional que hoy conocemos: es la sociedad colectiva la que debemos pensar, soñar. Es entender la otra sociedad como un hecho cultural, para que la gente sea gente, y así poder sustituir el cadáver del capitalismo.

Hoy por hoy no existe un pensamiento distinto al capitalista en el planeta. Por lo tanto esta característica que pareciera catastrófica es a la vez maravillosa: está todo por crear, todo por pensar, todo por construir. Frente al desastre actual no tenemos nada que perder quienes todo lo hemos perdido.

Los llamados intelectuales arropados por su propia flojera y deshonestidad pretenden erigirse como sabios sin comprender que toda su sabiduría la adquirieron en los templos del conocimiento capitalista, es decir, en las universidades y bibliotecas físicas y digitales del planeta. Por lo tanto su cerebro ya fue colonizado de mil maneras. Son incapaces de cuestionar su propia comodidad, por lo tanto difícilmente tengan la capacidad de pensar algo que les niegue la posibilidad de vivir como hoy viven, rodeados de comodidad, viajes y poder. Repiten afanosamente como posibilidad conceptos-máscara del capitalismo: democracia, derechos humanos, desarrollo, sustentabilidad, ideología, etc. Es decir, la misma conceptualidad burguesa en su más cínica exactitud.

    Hoy podemos atrevernos a ser radicales en el pensamiento y audaces en la acción

La intelectualidad hoy está lisiada cerebralmente, es lento su proceso de comprensión si es que existe tal cosa en ellos. Todo intelectual hoy es un individuo cómodo, sin responsabilidad alguna con un territorio, con un plan, con un país. La incapacidad que tienen para cuestionar lo existente es total. Tratan de vendernos el pasado (con toda su carga de dominación y de guerra) como posibilidad mientras el capitalismo sonríe y paga sus honorarios. Incluso algunos más miserables han llegado a justificar masacres recientes, como en los casos de las invasiones en Libia y Siria.

No debemos dejarle a ellos la tarea histórica de pensar. Somos nosotros, colectivamente, inventando nuevos métodos de estudio, experimentando nuevas formas de producir, de cantar, de vestir, de vivir, los que debemos sembrar la semilla de lo nuevo, por más avasallante que parezca. Inventar otros conceptos, otros métodos, en fin, otro modo de producir y de relacionarnos es hoy la opción más digna.

Todo está por cuestionar. Lo que hoy conocemos como sistema de vida muy probablemente deje de funcionar, el capitalismo en su contradicción puede terminar autodestruyéndose. Quedarán entonces todas las rendijas abiertas para lo nuevo o para la muerte definitiva. Partir desde la inquietud, desde la humildad del que ignora: ¿Cómo vamos a producir? ¿Bajo qué lógica nos organizaremos? ¿Con qué fuentes energéticas? ¿Cuáles serán nuestros métodos de estudio? ¿Cómo aprenderemos? ¿Seguiremos sosteniendo las mismas estructuras que hacen posible la cultura capitalista: escuelas, fábricas, universidades, etc? ¿Cómo criaremos a nuestros hijos? ¿Sostendremos la fábrica como modelo primario de producción? ¿Los niveles de consumo serán los mismos que ahora? ¿Cómo y para qué produciremos tecnología? ¿Cómo nos desplazaremos? ¿Seguiremos comprando y vendiendo o inventaremos otro modo de relacionarnos?

La guerra está en su momento efervescente. En Venezuela, como en el planeta, la guerra arrecia, corrompiendo a su paso mentes débiles. Es cada vez más sofisticada. El directorio revolucionario, con Nicolás Maduro a la cabeza, ha dado grandísimas muestras de saber enfrentar el peligro de cerca. La escuela de Hugo Chávez hoy se manifiesta en él y en nosotros de manera más clara. Resistir ante la brutal avanzada de la élite internacional ha sido una lucha épica. No hemos tenido tiempo de valorar nuestro propio esfuerzo por sostenernos como protagonistas hoy en esta revolución.

Que el capitalismo no nos quite el entusiasmo y la certeza de lo colectivo. Ganémosle la batalla a la costumbre. Paremos de una vez por todas el tránsito hacia la tragedia. No le entreguemos más territorio a la soledad. 

Función y objetivo del EIIL en la nueva guerra fría



De Misión Verdad en Venezuela
Domingo, 21 Junio 2015

Función y objetivo del Estado Islámico en la Nueva Guerra Fría

Desde que saltó a la vitrina mundial, el Estado Islámico (EI) ha sido funcional a la estrategia de Estados Unidos al primero frenar la ofensiva del ejército sirio por recuperar el control de su país, y en paralelo saltar hacia Irak para poner en evidencia la creciente división interna del país en tres áreas: una kurda, otra chiíta y una última suní. Luego de también ser funcional al desplazamiento de la causa palestina de la agenda árabe-musulmana, ahora el EI apuesta por arrastrar a Irán y Rusia al caos en estos países y debilitarlos en otros frentes globales, donde Estados Unidos pretende frenar la integración alternativa y ralentizarla para imponerse en la arena mundial.

Auge, caída y "renacimiento"

Por estas razones es importante delinear los hechos de la agenda para hacer una cronología de lo que ha venido haciendo el EI, y también el resto de la amalgama de grupos fundamentalistas tafkiri que actúan en el mundo árabe-musulmán:

●   Cuando el EI hizo su presentación mundial con la toma de Mosúl, la segunda ciudad en importancia de Irak, y una gran agitación de propaganda acordemente difundida por los grandes medios mainstream, lo hizo con parte de los restos de Al Qaeda, los supuestos "rebeldes sirios" (mercenarios) y la estructura militar-político-burocrática del Baath iraquí, el partido panárabe que en Irak tenía como principal figura a Saddam Hussein y en Siria tiene a Bashar Al Assad como principal referencia. Para efectos prácticos, el liderazgo conocido a nivel mundial fue el de Abu Bakr al-Baghdadi, quien viene de Al Qaeda en Irak habiendo estado preso en la cárcel de Camp Bucca, controlada por Estados Unidos. Al-Baghdadi tuvo reconocidos contactos con el senador John McCain cuando era un "rebelde moderado" en Siria y negociaba apoyo financiero, militar y formación de los militantes que luego consecuentemente terminaron en el EI. Toda esta historia fue seguida paso a paso por la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) de Estados Unidos, quien emitió, incluso, un informe al alto gobierno (Casa Blanca, Congreso, Pentágono, entre otros) sobre la evolución, y los intereses en que eso siguiera así, del EI. 
●   Todo esto explican sus primeras acciones armadas de gran espectacularidad en Mosúl y Tikrit, dos grandes ciudades de Irak; el avance en suelo sirio y la progresiva consolidación de un área que va de Siria hacia Irak, donde se controla casi la totalidad de la frontera, excepto el norte sirio donde resistieron con dificultades los combatientes kurdos de Kobani en combinación con sus pares iraquíes. Además, ponen en evidencia sus alianzas más allá del territorio con estructuras de poder regionales y mundiales (el lobby militar-petrolero-financiero)  para que la "autosuficiencia económica", se dé con la venta del crudo, antigüedades, personas, minerales, restos arqueológicos (entre otros), y la compra de armas, insumos, alimentos, medicamentos. Esto le da al falso Califato Islámico una sustentabilidad propia más allá del tiempo, y para eso, además, se necesita de tecnócratas. De dónde los sacan es otra pregunta que pocos se hacen.  
●   Este despliegue del EI le permitió sustituir a Al Qaeda como paraguas armados del fundamentalismo tafkiri dentro de la "yihad global" y le dio una justificación a los países occidentales y sus aliados de las monarquías árabes, Turquía e Israel, para aumentar la intervención o respaldo armado tanto en Siria como en Irak. También sirvió para sumar adhesiones a la franquicia EI en Egipto, Líbano, la Franja de Gaza, Túnez, Argelia, Nigeria, Libia (donde incluso tomó una ciudad importante como Sirte), Yemen, Arabia Saudita, y declararon la yihad en el Cáucaso y los Balcanes, estratégicas para Rusia y la integración de Eurasia, una región donde quien domina controla el mundo por tener la mayor cantidad de recursos naturales y población.
●   Después de estas acciones a gran escala, el EI comenzó a ser asediado por el ejército sirio, su par iraquí y las milicias chiítas que en suelo combatieron frente a frente con los terroristas para sacarlos de sitios como Tikirit y Baiji. Mientras Hezbollah se encargó de luchar contra el resto de yihadistas en Siria, como el Frente Al Nusra, para asegurar la provincia fronteriza Qalamun y limitar la infiltración de fundamentalistas al Líbano. Todo esto fue realizado dentro de una campaña de bombardeos de la coalición occidental que alternó la supuesta muerte de 10 mil yihadistas (de acuerdo a su propaganda) con los misiles a las infraestructuras siria e iraquí, los envíos de "ayuda" por "error" al EI, bombardeos a las posiciones de las milicias chiítas instruidas por militares iraníes, y la consecuente presión a no participar en ofensivas contra la organización si éstas participaban.
●   El EI, por su lado, respondió con una ofensiva en Palmira, ciudad estratégica por estar en el centro del país, y también en Homs, dos sitios que son importantes por tener yacimientos de gas y petróleo y ser pasos obligados de la energía que pase de Irán-Irak hacia el Mediterráneo (incluso Homs planeaba ser un paso del gaseoducto de Irán-Irak-Siria-Líbano, acordado antes de la guerra). Si bien el Estado sirio controla los territorios con mayor cantidad de personas, los fundamentalistas controlan el 50% del país (en su mayoría desértico). En Irak, la situación es aún más compleja ya que la última toma se da en Ramadi, capital de la provincia de Anbar, que fue bastión de la resistencia baasista a la invasión estadounidense y se encuentra cercano a Bagdad.
●   Este nuevo avance hay que entenderlo integralmente junto a las tomas realizadas por los "rebeldes moderados" financiados, formados y armados para supuestamente enfrentarse al EI en Siria y continuar con el plan de derrocar al gobierno de Bashar Al Assad. Así que en paralelo a las tomas del EI, este frente de organizaciones, denominado Ejército de la Conquista y apoyado directamente por Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Israel, Arabia Saudita, Catar y Turquía, entre otros, tomó el control de una base militar en Deraa (al sur, frontera con Jordania) y de la provincia de Idlib. Así quedó a las puertas del estado de Latakia, donde se ubica la base rusa de Tartus que le da acceso al Mediterráneo. Esto comprueba una sincronía total entre el movimiento del EI y el de los "rebeldes moderados" apoyados por Occidente.

●   EI es una evolución de la estrategia intervencionista en la región, llamada "daño colateral" por el Pentágono

Lo que significa

Indudablemente esta serie de hechos en el terreno provocan conclusiones y acelera la toma de acciones, por lo que para clarificar deben ser presentadas progresivamente para ser entendidos en su totalidad:

●   En los dos frentes, Estados Unidos y sus aliados apuntan a fomentar de distintas maneras este escenario, incluso hay registros de planes neoconservadores y sionistas por crear un Medio Oriente Ampliado en el que se redibujen las fronteras de estos y otros países, como Arabia Saudita, donde el EI acaba de atacar mezquitas chiítas para fomentar una guerra sectaria. Esta es una agenda a largo plazo y el EI es funcional a esta estrategia por redibujar fronteras, debilitar a los países soberanos, hacer que se perpetúe el choque entre países y, por ende, sostener un permanente caos que atente contra la estabilización y su consecuente cuestionamiento al gendarme regional: Israel.
●   Toda esta situación, Irak en asedio y Siria con yihadistas a pasos de Damasco, impacta primero en Irán, quien ve como dos países aliados, uno incluso fronterizo; están cerca del abismo y no le queda de otra que aumentar su presencia con 20 mil efectivos en Siria y reforzar la ayuda en Irak. Mientras que Rusia, a quien en dos ocasiones le atacaron su embajada en Damasco, rápidamente anuncia que venderá armas a Bagdad justo cuando ésta denunciaba la falta del armamento enviado por Occidente, mientras reafirma su apoyo a Damasco como uno de sus principales aliados.
●   Sin embargo, es notorio que la cercanía de los yihadistas a la base de Tartus tiene una finalidad: arrastrar a Rusia al conflicto y desgastarlo lo máximo posible en un momento en el que Estados Unidos apunta a abrirle todos los frentes existentes y a debilitar o dividir a los países integrantes de los Brics y aliados a China, entre los que se incluye Irán (donde no son casuales las negociaciones nucleares para intentar cooptarlo y sacarlo del mundo alternativo). El EI, además, se convierte claramente en un "vale todo" listo a saltar hacia otros lugares neurálgicos del mundo alternativo en plena construcción, como lo son las vías energéticas o las Nuevas Rutas de la Seda previstas por China.

Esta sincronía, además, no se explica linealmente si no se entiende la evolución del yihadismo en el mundo árabe-musulmán, cuyo punto alto en su principio ocurrió en Afganistán en los 80 cuando, en el marco de Guerra Fría, Estados Unidos y uno de sus principales aliados en la región, Arabia Saudita, fomentaron el wahabismo y el salafismo, dos ramas conservadoras del islamismo suní, y luego usaron a Pakistán para crear organizaciones armadas devenidas de esta ideología para enfrentarse al gobierno aliado de la Unión Soviética, Afganistán (fronterizo con Pakistán), e involucrar a Moscú en una guerra de desgaste en función de una estrategia general para quebrar a los soviéticos.

Es por eso que el EI se convierte en una evolución de la estrategia intervencionista en la región, convenientemente llamada "daño colateral" por el Pentágono, y la Guerra Global contra el Terror en su esencia.

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